El invierno ya está aquí y con él la nieve y el frío. Aunque no a todos los gatos les guste el frío (de hecho a los gatos caseros les suele gustar más acurrucarse junto a la estufa que salir a revolcarse en la nieve) los hay que por diversas razones disfrutan como niños pequeños de sus salidas al exterior también en estos meses.
Si tus gatos son de salir está bien que lo hagan incluso en invierno, pero es importante evitar que se resfríen. Para ello, en la medida de lo posible, impide que sufran de cambios brusco de temperatura. Si van a salir bien, pero no del salon calentito a la nieve, mejor que la salida la hagan por una estancia un poco mas fresca para que se vayan aclimatando.
A los felinos que no salen de casa los cambios de temperatura no suelen afectarles tanto, pero aquellos gatos con acceso al exterior, a los que no amedrenta la lluvia, el granizo o la nieve y que, sea cual sea la situación climática, encuentran una razón para salir al exterior, sí sufren estos cambios climáticos y, por lo tanto, hay que poner remedio.
Sea cual sea el estilo de vida del animal, su salud dependerá principalmente de un óptimo estado sanitario, una correcta higiene, una adecuada alimentación y, lo más importante, de los cuidados de su dueño. Si estas pautas se cumplen, podremos evitar las situaciones de riesgo que, con puntualidad anual, llegan acompañando al frío.
Por ello, es importante para prevenir catarros innecesarios el asegurarse de que tienen las vacunas al día. Y por supuesto al menor síntoma de resfriado llevarle, no vaya a ser que se complique. Recuerda que los gatos no hablan, no nos pueden decir lo que les pasa. Ah! Y no dejeis de desparasitar tanto interna como externamente a vuestro amigo peludo. Las pulgas que puedan quedar ahí fuera ahora está como locas por subirse a un calentito y mullido gato que las lleve al interior de la casa.
Las vacunas al dia
La parte superior del aparato respira torio (nariz y boca) y el inicio del tubo digestivo (boca), son estructuras del organismo animal que separan el mundo exterior del resto de los órganos. Esta frontera tiene como función evitar la entrada de algún «viajero», cuyas intenciones no son, ni mucho menos, hacer turismo; su principal objetivo será realizar acciones vandálicas contra los «edificios» y contra las estructuras de las maravillosas «ciudades» del cuerpo de nuestro animal. Las fronteras orgánicas tienen unos avanzados sistemas de defensa, como los ganglios linfáticos, que actúan como verdaderos filtros ante la avalancha de microorganismos que entran en cada inspiración o tras el inoportuno lametazo a cualquier producto de dudosa procedencia. La entrada de suciedad, polvo, bacterias, virus y demás «tribus urbanas», es más peligrosa cuando nuestro gato no tiene sus vacunaciones anuales en regla.
La alimentación en invierno
Tambien es importante adecuar su alimentación, no es lo mismo pasar las horas dormitando delante de la chimenea que estar corriendo por el campo con nieve y hielo. A los gatos que viven al exterior, sobre todo en esta época, es importante darles una alimentación un poco más calórica, peor a los que salen solo a darse un paseo rápido, con seguir con la de siempre debería ser suficiente. Si la materia prima responsable de la energía, la construcción y el funcionamiento de estas «ciudades» no es del todo correcta, será más probable la aparición de deterioros y problemas en cualquier parte de la estructura. Por ello, es fundamental adecuar la alimentación al estilo de vida del animal, por eso disponemos de alimentos específicamente diseñados para gatos de vida en interior y para felinos que también disfrutan del mundo exterior.
¿Y el propietario? El amigo humano será el responsable de coordinar todas estas acciones mencionadas (comida adecuada, visitas al veterinario,…). Pero además, y en fechas invernales, pondremos todos los recursos para que nuestro gato no sufra riesgos innecesarios: evitaremos las corrientes en el hogar, el acceso del animal a zonas frías y, en el caso de los gatos con acceso al exterior, intentaremos estar más pendientes por si debemos intervenir (un concienzudo secado tras un paseo bajo la lluvia, reforzando sus almohadillas con productos específicos, por ejemplo), y debemos estar muy atentos a su alimentación: el animal puede necesitar un aporte alimenticio de hasta un 40% superior al que recibe diariamente durante el resto del año.
Grupos de riesgo
Aun así, hay ciertos grupos de felinos que deberíamos evitar, en la medida de lo posible, que se expongan al frío sin necesidad, ya que sus defensas no son optimas. Estos grupos son los gatitos pequeños, pues su sistema inmunitario aun no está totalmente desarrollado, los ancianos, que ya las tiene algo mermadas y probablemente algún que otro problema articular, aquellos gatos que estén enfermos y los que su manto no les proporciona la protección necesaria (por ejemplo los siameses, que suelen tener poca «lana», los sphinx que directamente no tienen pelo…). Por ejemplo en el caso de los animales mayores o seniors, sería conveniente, antes de las épocas de temperaturas extremas, realizarles un chequeo; insisto, los gatos geriátricos y los gatitos son los más susceptibles a las inclemencias del tiempo y requieren mayor atención.
Higiene del gato en invierno
Y finalmente, la higiene, que debe ser un punto fundamental para el mantenimiento de la salud durante todo el año, pero extremado en las épocas frías, ya que si descuidamos las rutinas higiénicas del animal también estaremos predisponiendo a la aparición de problemas. La higiene de los oídos o los cepillados habituales no deben descuidarse; si nos relajamos en estos cuidados durante esta época del año, podemos sufrir las consecuencias a corto plazo.
La piel y el pelo son las primeras barreras de protección del animal frente a los agentes externos; además, permiten mantener la temperatura corporal estable a pesar de los cambios climáticos. Si conseguimos mantener «a punto» la cubierta protectora de nuestra mascota, conseguiremos que nuestro buen amigo soporte mejor las temperaturas invernales y evite las enfermedades.