Por su perfil afilado el oriental ha sido apodado con toda razón «el galgo de los gatos». Pero este porte elegante, asociado a una belleza fuera de lo normal, esconde un temperamento vivaz y una gran inteligencia.
De aspecto singular, el oriental es un gato de línea pura, armoniosa y sutil; tiene una elegancia que fascina a primera vista, un poco como las esculturas de Giacometti, en las cuales la delgadez confiere a los seres un perfil inquietante. Escapando a toda adecuada posibilidad de descripción, este gato posee algo magnético, una fascinación extraordinaria, que hechiza e infunde automáticamente respeto. No se puede permanecer indiferente ante un gato de este tipo: al oriental o se lo ama o no se lo ama, no existen medias tintas. De hecho, hasta principios de los años sesenta ha sido muy denigrado.
Los orígenes
Originario de Siam (la actual Thailandia), el oriental ha sido largo tiempo considerado como un siamés no conforme al estándar. En efecto, las dos razas tienen un evidente vínculo de parentesco y no han sido distinguidas oficialmente hasta muy tarde. No obstante, el oriental debió de ser, en determinado momento, una raza del todo natural, bien distinta del siamés. En efecto, la raza tiene orígenes antiguos; no es el resultado de una mutación genética. Un estudio reciente ha demostrado que, sólo en la región de Bangkok, más del 50% de los gatos está constituido por orientales (gatos con el manto de un único color y ojos verdes) y sólo un 20% por siameses (gatos con las puntas coloreadas y ojos azules). ¿Por qué entonces el oriental ha sido dejado de lado durante tanto tiempo? El hecho se puede explicar por las vicisitudes de su descubrimiento y por los caprichos de la moda. El oriental no es la única raza que ha sido olvidada para luego volver a escena varios años, o incluso varios siglos después de su nacimiento.
La lejanía geográfica es un factor que cuenta bastante; además, las primeras exposiciones felinas son relativamente recientes. El manx, el korat, el mau egipcio son otras razas del todo naturales, redescubiertas por los criadores occidentales sólo en la segunda mitad del siglo XX.
Asimilado al siamés, el oriental es dejado de lado
La diferencia entre el oriental y el siamés consiste esencialmente en la presencia en este último de marcas bien definidas (color claramente más oscuro en la nariz, orejas, patas y cola) y, naturalmente, en el color de los ojos, como subrayaba ya en 1920 el veredicto, hoy célebre, del Siamese Cat Club británico, según el cual sólo los siameses de ojos azules eran admitidos en los concursos, y no se podía alentar la cría de variedades distintas de las que poseían ojos azules.
La clara preferencia manifestada entonces por el siamés debía excluir al oriental de cualquier concurso felino, hasta el día en que dos criadores británicos decidieron «crear» orientales, uno tratando de obtener un oriental pardo y el otro un oriental blanco. Éstos fueron los primeros intentos que abrieron el camino a la rehabilitación de la raza. Con notable rapidez se vieron aparecer garitos de todos los colores, directamente salidos de estos programas de cría, y de una belleza que no llamaba la atención. Los criadores norteamericanos siguieron el ejemplo de los británicos. La raza fue reconocida por la Cat Fanciers’ Association en 1976 y admitida en los concursos a partir del año siguiente; la GCCF siguió inmediatamente el ejemplo norteamericano y también la FIFe lo reconoció en 1977. Los inicios eran más que prometedores… En efecto, ahora el oriental es aceptado por rodas las asociaciones felinas.
Una mirada dulce y maliciosa
Nunca del todo separados, siameses y orientales son a menudo criados juntos sobre todo por razones de orden genético. En efecto, la mayor parte de los criadores recomienda los acoplamientos entre siameses y orientales con el fin de mantener un color de ojos perfecto: en el arco de varias generaciones el verde puro de los ojos del oriental tiende a amarillearse si, de tanto en tanto, no se efectúan cruzamientos con el siamés, de ojos azul intenso. Pero esta cría común es también una decisión individual. Pocas cosas separan a las dos razas. Su comportamiento general y su carácter casi idéntico hacen que, en general, cuando se ama a uno se ame también al otro…
Como el siamés, el oriental es conocido por su temperamento. Se trata de un gato vivaz, cuya curiosidad está constantemente alerta; con mirada maliciosa, vigila de cerca las actividades que se desarrollan en torno a él. Siempre dispuestos a jugar, los gatitos tienen la misma tendencia a hacer más de lo necesario: un ovillo de lana, una pluma estilográfica, una hoja de papel, un trozo de tela, el objeto más insignificante se convierten en fuente de placer. Algunos zarpazos bastan para hacer animada su elección; de este modo los jóvenes aprenden los rudimentos de la caza. A los ojos del oriental todo puede servir de blanco; frágil o no, la más pequeña cosa dejada a su alcance se convierte en una presa potencial. En absoluto huraño sin motivo, se vuelve rápidamente despótico si no aprende en seguida -resultado conseguible sólo con la dulzura- cuáles son los límites que debe respetar. Aunque al crecer se vuelve más juicioso, el oriental sólo pierde un poco de su vivacidad: durante toda su vida necesita actividad y soporta mal el aburrimiento.
Puesto que no agradece para nada la soledad, aprecia la compañía de sus semejantes. Con su amo está siempre a la búsqueda de manifestaciones de afecto, a la espera de caricias. Y si no las recibe cuando lo desea, sabe sugerirlas: el oriental tiene su lenguaje, de miradas a maullidos de todo tipo, desbordante de una ternura que sólo pertenece a él… ¡Algunos afirman que es difícil resistírsele… es más, parece que es imposible!
El oriental en lo cotidiano
Salud
Aunque excesivamente longilíneo, el oriental no es un gato enfermizo. Al contrario, es muy robusto y musculoso. Gracias a sus patas, largas y delgadas, y a su larguísima cola, es de una agilidad sorprendente. Este gato ama desmesuradamente a su amo y lo sigue por todas partes. Adora comunicarse con el hombre y usa una serie de maullidos modulados con los que exterioriza sus exigencias y sus estados de ánimo.
Alimentación
No es necesario ningún régimen alimentario particular. Sólo hay que tener presente que estos gatos tienen un apetito formidable, por lo cual, si se desea que el oriental conserve la línea, es preciso mantener bajo control su alimentación. La solución más sencilla consiste en darle varias comidas a lo largo del día, en pequeñas cantidades. Deben preferirse los alimentos de elevado valor nutritivo (como carne roja o blanca, pescados, comidas enlatadas de calidad) y, siempre que sea posible, la ración debe ser completada con legumbres. Para mejorar la belleza del pelo, debe añadirse de vez en cuando una cucharita de aceite de maíz a la comida.
Reproducción
Precoces, las hembras del oriental tienen sus primeros ardores sexuales a los siete u ocho meses. La frecuencia es muy variable y no hay reglas al respecto. Dejando de lado la cría, conviene esterilizar a la gata bastante rápidamente para evitar maullidos en general bastante difíciles de soportar para los amos. El problema afecta también a los machos que, si no son castrados, a menudo salpican orina para marcar su territorio y atraer a las hembras. La raza es muy prolífica. El número de gatitos es, como media, de cuatro o cinco por camada (¡incluso se han verificado camadas de trece!). Los pequeños orientales, en apariencia extremadamente frágiles, son muy vivaces. Sus ojos azules al nacer, tienden al verde a partir de los dos meses y asumen el color definitivo hacia los nueve o diez meses de vida.
Cuidados
No se requiere ningún cuidado particular, salvo, de vez en cuando (una vez por semana), el uso de un cepillo para eliminar los pelos muertos y un paño de lana para dar más brillo al pelo. La frecuencia debe duplicarse durante el período de la muda.
El Havana brown
«Havana» y «Havana brown» son dos denominaciones que han creado confusión… En 1952, del cruzamiento casual entre una siamesa seal point y un gato persa negro nació una gata negra de tipo oriental. Ésta, acoplada otra vez con un siamés seal point, generó un machito color chocolate: el progenitor de todos los Havana actuales. Poco a poco, se constituyó una nueva raza de gatos, la «Havana brown», que inicialmente fue confundida con el oriental color chocolate llamado «Havana». En realidad, se trata de dos razas distintas. Aunque son muy similares en color y morfología, los dos gatos tienen estándares muy distintos.