El Maine coon es el gato norteamericano por excelencia. Bello, afectuoso, sociable y buen cazador; son muchos los motivos que inducen a amarlo. Los europeos lo han acogido con entusiasmo y en pocos años este gato ha encontrado un numeroso grupo de admiradores.
Los orígenes y leyendas
Un gato soberbio y poderoso, que parece haberse escapado de un bosque: así se presenta el Maine coon, que es sin duda la raza felina más vieja de la América septentrional y del continente americano en general. Sin embargo, sus orígenes son inciertos. El único dato seguro es que es originario de Maine, estado del extremo norte de Estados Unidos, en la frontera con Canada, de clima rigurosísimo, cubierto de bosques e inmensos lagos. La suntuosa cola de este gato, su pelo denso, su amor por el agua, sus costumbres venatorias han hecho creer durante mucho tiempo que era el fruto de los amores entre un gato montés y un mapache (oso lavador), pequeño carnívoro muy difundido en Norteamérica (Maine coon significa literalmente «mapache de Maine»). Pero, obviamente, ésta es sólo una leyenda, porque este cruce no es genéticamente posible. No obstante lo absurdo de esta hipótesis, en la edición de 1937 del Writer’s Project Maine se da crédito a la teoría de un singular caso de hibridación entre un mapache y un gato de pelo corto.
Otras leyendas se cuentan sobre esta raza. Una, en particular, involucra a la reina María Antonieta de Francia y al marqués de Lafayette. En efecto, se dice que, en el momento en que el marqués se disponía a ponerse en camino hacia América para participar en la guerra de Independencia, la reina le habría confiado los gatos de Angora que vivían con ella en el Trianón, con el fin de sustraerlos a las represalias de los revolucionarios (!): llegados a destino, estos gatos se habrían cruzado con gatos indígenas. Según otra versión habría sido Lafayette, a su regreso a Francia, el que habría traído como regalo para la reina un gato del tipo del actual Maine coon y, ante el estallido de la Revolución, María Antonieta habría devuelto la libertad al animal para salvarlo…
Otros consideran, en cambio, que estos gatos fueron llevados a Maine por los vikingos durante sus incursiones, pero hoy la hipótesis más aceptada es que el Maine coon desciende de gatos de pelo largo, que, en el siglo pasado, viajaban en las naves de los comerciantes, con el fin de defender las mercancías del ataque de los ratones. Precisamente estas naves, que provenían de Oriente y que hacían escala en las costas norteamericanas, habrían importado a los progenitores de los Maine coon.
Cualquiera que sea el origen, a finales del siglo pasado los gatos de Maine hicieron su aparición en las exposiciones felinas de Boston y de Nueva York y tuvieron un gran éxito antes de ser eclipsados por la moda del persa. Volvieron entonces a vivir anónimamente en una naturaleza hostil, solos, olvidados por todos, salvo en las granjas, donde era apreciado su talento de cazadores: tuvieron la función de preservar las cosechas de trigo de los numerosos roedores de la región. En 1953 algunos criadores redescubrieron el Maine coon y lo devolvieron a escena. Después de haber fundado un Central Maine Cat Club, organizaron numerosas muestras en las cuales estos gatos siempre tenían el primer puesto en el cartel.
En España los primeros sujetos fueron importados en 1990 y muy pronto el amor por esta raza se ha ido difundiendo hasta tal punto que han surgido, en pocos años, varios criaderos. Por iniciativa de algunos criadores italianos ha sido abolida de la Federación felina la clase novicios en exposición. Esta iniciativa, tendente a salvaguardar la raza, ha hecho que sólo los sujetos de origen seguro, y, por tanto, con características perfectamente acordes con el estándar, puedan ser inscritos y reproducir cachorros «de origen controlado». Por consiguiente, si decidís comprar un Maine coon dirigios sólo a criadores serios y… ¡ojo con el pedigree!
Un gato amoldable
Si el Maine coon está encontrando muchos admiradores en España es indudablemente por su aspecto imponente, pero también porque ha demostrado tener un espléndido carácter. Está magníficamente de acuerdo con los niños; de humor constante, nunca araña sin motivo. Muy sociable, acepta gustoso la presencia de otros gatos y se adapta fácilmente a la convivencia con un perro. Adora jugar y dejarse mimar. Dulce y tranquilo, perezoso y burlón, es afectuoso con todos; es fiel, pero se aficiona preferentemente a una persona, a la que gratifica con todo su amor.
El Maine coon se adapta a vivir en un apartamento, pero se siente decididamente más a gusto si puede disponer de un jardín. Ha conservado el gusto por la caza, por lo cual pájaros y pequeños roedores tienen mucho que temer de él… A pesar de su mole, está dotado de una agilidad extraordinaria que le permite hacer saltos prodigiosos. Puede alcanzar los 14 kilos, ¡un peso verdaderamente considerable para un gato! Sano y vigoroso, está en condiciones de soportar las temperaturas más duras. Su pelo, corto en la cabeza, comienza a alargarse a la altura de la cruz y se hace muy denso en el cuerpo y en la cola, que termina con una especie de penacho. El pelaje es suave y sedoso, espeso, denso e impermeable, para protegerlo de la intemperie, pero no es largo hasta el punto de obstaculizar sus movimientos o de provocar la formación de nudos.
Tiene un porte de la cabeza altivo, el cuello medianamente largo, las orejas cubiertas por un denso pelo, anchas en la base, puntiagudas y situadas altas en el cráneo. La nariz presenta una ligera depresión; los ojos, grandes y algo oblicuos, son verdes, dorados o cobrizos. Solamente el Maine coon blanco puede tener los ojos azules.
Un manto que recuerda el del oso lavador
Una de las características del manto del Maine coon es la semejanza con la del oso lavador, parecido que ha sido fuente de fantasiosas leyendas sobre los orígenes de esta raza. El pelo es espeso, muy denso, sedoso, el subpelo suave, mullido y fino. El pelaje no requiere cuidados particulares: bastará cepillarlo de vez en cuando, porque el pelo, al contrario que el de los persas, no se afelpa y rara vez forma nudos; al ser impermeable, reluciente y un poco graso, es bueno no lavarlo porque perdería el brillo y la consistencia típicos de esta raza.
Por sus gustos alimentarios, antes el Main coon era llamado el «gato de los marineros»: en efecto, le gusta mucho el pescado, pero, para evitar desequilibrios dietéticos que inevitablemente se reflejan en las condiciones del pelaje, es oportuno alternar la carne con el pescado y completar las comidas, siempre que sea posible, con verduras frescas.
En lo referente a la reproducción, la hembra del Maine coon es decididamente una óptima madre; pare una o dos veces al año 3 o 4 gatitos, que cría amorosamente. Los Maine coon son gatos tardíos, que no alcanzan la plena madurez hasta los tres años. Si se quiere comprar uno es aconsejable reservarlo a un buen criador, que expedirá al propietario tanto la cartilla de vacunación como el pedigree.
No hay que confundirlo con otro gato
El Maine coon, gato magnífico, de aspecto macizo, imponente y altivo, a menudo es confundido con otro gato de origen nórdico, también con un denso pelaje. Se trata del gato bosque de Noruega (Skogkatt) que se le parece mucho, aunque tiene el manto más denso, el hocico más largo y puntiagudo y las patas posteriores más largas que las anteriores. También en temperamento los dos gatos se parecen mucho: de hábitos venatorios, altivos e independientes, saben, sin embargo, ser afectuosos compañeros de juego.