Totalmente dedicada al cuidado de sus cachorros, la gata es una madre ejemplar, tanto en el papel de nodriza como en el de educadora. El instinto maternal se manifiesta desde la preñez (que cubre un período de 63-65 días), en particular en los últimos quince días.
Nacimiento y primeros instantes del gato
Cuando sus mamas están hinchadas y le duelen, si la futura madre, en su busca de un lecho mullido para alojar a los recién nacidos, se encuentra a un pequeño de otros animales (conejo, ardilla…) que amamantar, no se echa atrás: su disponibilidad a la adopción es a menudo sorprendente.
Cuando se acerca el parto, la gata se comporta, según su personalidad, de una de las siguientes maneras: puede refugiarse en un rincón bien escondido y permanecer allí al abrigo de cualquier mirada indiscreta, o bien buscar la compañía del amo e intentar implicarlo a toda costa en el feliz evento.
El nacimiento de los gatitos es una experiencia maravillosa para los ojos privilegiados que pueden asistir a él. Sin perder un solo instante, la madre, que sabe por instinto cómo ocuparse de los pequeños incluso en su primer parto, prodiga a los cachorros todos los cuidados necesarios.
A la salida de cada recién nacido ella devora la placenta y corta el cordón umbilical, luego lame y limpia al pequeño. Elimina escrupulosamente toda huella de mucosidad del hocico, practicando una especie de «respiración artificial».
Mamá gata repite estos gestos de cuidados con cada pequeño de la camada, que puede ser de hasta cinco o seis. Después de haberlos liberado de toda huella de suciedad, la gata limpiará con extremado cuidado la región anal de cada gatito. Durante muchos días la reciente madre repetirá esta operación de aseo, que tiene el objetivo de favorecer la micción y la defecación. De este modo ninguna huella de excrementos o depósito de orina ensucia el alojamiento: la iniciación al aseo ya ha comenzado. Por último, los pequeños hambrientos, listos para chupar apenas algunos minutos después del nacimiento, «asaltan» el vientre materno.
Extendida en semicírculo, con una pata posada encima de los gatitos , como para alentarlos a alimentarse, la gata ronronea, tanto en señal de satisfacción como en respuesta al ronroneo de los pequeños. Todo va bien, parece decir, tranquilizadora. Durante algun tiempo los gatitos se aprovecharán de esta forma su mami, por lo que esos dias las mamás gata sufren de un desgaste tremendo, su alimentación debe cuidarse especialmente. Para ello es una buena opción decantarse por los piensos para cachorritos, pues son ricos en nutrientes y ligeramente más grasos que los normales.
La gata se muestra dulce y extremadamente atenta con sus pequeños. Durante algún tiempo después del nacimiento no tolera que una mano humana, salvo la del amo, los toque y se transforma en una verdadera «arpía» frente a quien considera un enemigo.
El rechazo: Madres indignas
Puede suceder que ciertas gatas ignoren a su prole después del parto. Para los especialistas esto se explicaría por el hecho de que el comportamiento maternal no sería la expresión de instintos innatos, sino de todo un conjunto de capacidades adquiridas antes y después de la maternidad. Un factor a tener en consideración podría ser también la raza de la gata. Se encuentran más fácilmente dificultades en el comportamiento maternal en las gatas domésticas, y pueden imputarse a un destete precoz o a una selección genética demasiado osada. Numerosas gatas de raza, muy seleccionadas, se encuentran así privadas de la experiencia social necesaria para desarrollar de la manera apropiada el papel materno.
Se ha podido también constatar que las gatas totalmente blancas, especialmente si tienen ambos ojos azules y la nariz y las almohadillas rosas (es decir, albinas), no responden en absoluto a los lamentos de los gatitos, a causa de una sordera de origen genético. “Muchas de ellas son sordas y no perciben el lloriqueo de los gatitos en dificultades”, afirma el etólogo Desmond Morris en Entender al gato. En caso de que nuestra gata sea efectivamente sorda (independientemente e su color), nosotros los humanos somos quienes deberemos ejercer el papel de nodrizas, siempre que no haya ninguna gata mamá que pueda hacer tal papel. En ese caso, si la gata nodriza no los rechaza sería lo ideal, pues los gatitos obtendrían autentica leche materna (en lugar de biberones de leche maternizada) con todas sus vitaminas, y la educación en materia de ase y caza apropiada, la cual desgraciadamente no podemos darle nosotros.
Amamantamiento y educación
Ahora hablemos de las primeras semanas de vida de los cahorros, la lactancia. Esta es una fase delicada y fundamental para su desarrollo en la que hay que seguir prestando un especial cuidado de nustra amiga y su prole.
En posición de amamantamiento
La gata sólo deja su refugio para satisfacer sus necesidades naturales y permanece durante horas en posición de amamantamiento, literalmente «pegada» a la prole; ésta absorbe la rica leche materna, que ha sustituido al calostro de las primeras horas. Durante este período, mamá gata se conforma con su papel de nodriza y no necesita intervenir para imponer disciplina a los gatitos.
Esto será así hasta que tengan un mes, hasta ese momento los gatitos sólo beben leche. Cuando empieza a nutrirse con comidas sólidas, la madre le enseña qué es lo que debe o no debe comer inculcándole así sus propios gustos alimentarios.
Atenta, extremadamente dulce con los pequeños, la madre no tolera, (salvo, por supuesto, la del amo), que una mano humana acaricie a los cachorros y se transforma en una verdadera «arpía» para el imprudente que, a sus ojos, no es más que un predador. Sin embargo, cuando no se siente amenazada, la gata comparte con gusto su felicidad. Así, si se encuentra en compañía de otras gatas, dejará que alguna de ellas amamante a su carnada. La gata, además, es también capaz de adoptar a un huérfano, siempre que éste, cuando le huele la región anal, no se vuelva en su contra. Este gesto inoportuno es fatal: la gata lo rechaza.
Una educación severa
Al cabo de 20 días del nacimiento, la tarea se complica. La vida de los recién nacidos empieza a animarse: los pequeños, muy vivaces, toman confianza y se alejan del lecho, yendo a la ventura en el radio de algunos metros. Rápida, la madre los coge por el cogote, inculcándoles las reglas de la obediencia y del respeto hacia el progenitor. Es un gesto que, durante toda la vida del gato, simboliza la sumisión (en efecto, aferrado así, el joven animal está completamente inmovilizado). A veces un zarpazo secamente asestado induce a un comportamiento más tranquilo a quien se mueve más de la cuenta.
Cuando un gatito infringe las reglas, sufre un severo castigo, sobre todo si se trata del aseo.
Cuando ha superado las cuatro semanas el garito está en condiciones de servirse de la bandeja higiénica y de cubrir sus propios excrementos. ¡Y pobre de él si no lo hace! Es siempre la madre, educadora exigente, quien le hace comprender con un zarpazo la manera correcta de comportarse.
Cuando los gatitos crecen
La fase del traslado
Tironeada por todos lados, saltada por encima por los pequeños cada vez más audaces, la gata se vuelve algo menos disponible al amamantamiento y abandona con más frecuencia el cuidado de los gatitos, ya en condiciones de nutrirse con alimentos sólidos. Es en esta época, justamente, cuando decide el traslado. La gata se comporta entonces como si se encontrara en libertad, en la naturaleza, donde, cuando la comida escasea, se hace necesario desplazarse en busca de un ambiente más favorable. También el aspecto higiénico tiene su importancia al respecto: a pesar de la limpieza que reina en el alojamiento, la madre no consigue hacer desaparecer el olor de la orina estancada. Entonces transporta a los pequeños de uno en uno a un sitio nuevo.
En este período la gata debe asumir el papel de educadora. Además del respeto al aseo, ella inculca en los gatitos otras nociones, como las técnicas de caza, que son parte integrante del instinto de supervivencia y que enseña siguiendo un esquema preciso.
Lecciones de caza
Cuando los pequeños han alcanzado los 40 días, la madre empieza a iniciarlos en la caza. En una primera etapa lleva las presas muertas a sus cachorros y se las come delante de ellos. A continuación llevará presas desfallecidas y las matará delante de los cachorros. Sólo más tarde permitirá que los pequeños participen en el «juego». «La técnica del golpe de gracia, como por lo demás las otras técnicas de caza, forma parte del patrimonio genético del gatito», explica el doctor Michael Fox, autor de Aprended a entender a vuestro gato. «Lo que debe aprender completamente de la madre, en cambio, es cómo aplicar esta técnica (…). Cuando una camada asiste a una escena de caza, lo que cada animal aprende no es que debe cazar o dar «el golpe de gracia», sino cómo esas actividades son posibles y de qué modo pueden realizarse.»
La iniciación a las técnicas de caza ocupa un puesto importante en la educación de los gatitos. El aprendizaje empieza con el juego y, si los gatitos viven en libertad o tienen un jardín a su disposición, la madre les enseña muy pronto cómo capturar presas vivas.
Cuando la gata haya conseguido enseñar a sus pequeños cómo matar a una presa, su tarea estará terminada. También los juegos de los gatitos están en relación con la caza: cuando aferran la cola de la madre, éste no se lo impide, sencillamente porque están practicando con una «presa». Por último, cuando los pequeños hayan alcanzado las ocho-diez semanas, la madre, de nuevo en celo, podrá dedicarse sin problemas a sus nuevos amores.
Y los humanos, de qué nos encargamos?
Pues en principio, y si no hay ningún problema, como ya hemos visto será su mama gata quien se ocupe de ellos muy eficientemente durante los primeros 2 a 4 meses de edad. El primer mes es crítico, ya que si su mami no genera la suficiente leche (podría ser que la camada es demasiado numerosa), tendremos que alimentarles nosotros.
Por ello es muy importante que en dicho caso, la leche que les demos sea maternizada especial para gatitos. No valen ni la leche de vaca ni la leche maternizada para humanos, ya que estas tienen mucha lactosa, y la mayoría de los gatos son intolerantes a la lactosa. De mayores puede no tener mayor problema (aunque les encanta no se recomienda porque les puede dar diarrea) pero de bebes puede ser fatal. Estas leches se encuentran en veterinarios, tiendas especializadas e incluso en algunos supermercados.
Entre los 2 y 3 meses nos encontramos con otra etapa importante en su alimentación, ya que se produce el destete. Los gatitos ya tienen dientes y comienzan a comer por si mismos, por lo que cada vez reciben menos defensas de la leche materna, pero aun no generan las suyas propias en cantidad suficiente. En esta época y hasta el año es importante alimentarles con comida para gatitos, la cual tiene un alto contenido en DHA y ácidos grasos Omega-3, muy importantes para su correcto desarrollo físico.